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A diferencia de la medicina alopática tradicional, donde un fármaco actúa de manera uniforme sobre una patología, el cannabis medicinal funciona de forma personalizada. El cannabis no es un antibiótico que elimina una bacteria; es un modulador que interactúa con el sistema endocannabinoide (SEC) de cada individuo.
Debido a que cada organismo es único, no se puede hablar con exactitud matemática sobre una dosis universal. El éxito de la terapia depende de dos factores que solo se descubren con el tiempo: la cepa correcta y la dosis adecuada para el paciente.
El objetivo de incorporar el aceite de forma gradual no es solo evaluar la tolerancia, sino "despertar" y activar el complejo sistema endocannabinoide. Este sistema regula funciones vitales como el sueño, el dolor y la respuesta inmune, y requiere un proceso de adaptación para comenzar a procesar los fitocannabinoides de manera eficiente.
Para encontrar su "ventana terapéutica" (la dosis mínima que produce el máximo beneficio), recomendamos seguir este cronograma estrictamente, sin acelerar los tiempos:
(Este incremento puede continuar hasta un máximo de 10 gotas cada 8 horas, según la necesidad del paciente).
La clave del tratamiento es la evaluación diaria. Si, por ejemplo, al llegar al Día 10 (4 gotas cada 8 horas) usted comienza a notar cambios significativos y mejoría en los síntomas, esa es su dosis. En ese punto, debe detener el aumento y mantener esa cantidad diariamente.
Solo si con el paso del tiempo nota que el efecto disminuye, podrá avanzar al siguiente escalón del cronograma (5 gotas cada 8 horas).